Moldes que escupen fuego (en la imprenta de Juan de Lucena)

Juan de Lucena (no confundir con el homónimo miembro del Consejo Real y autor del diálogo de Vida Beata) encabeza esa proteica liga de hijos y vecinos de La Puebla que alumbraron extensos párrafos de nuestra mejor historia. Si Fernando de Rojas escribe una de las más excelsas y decisivas páginas de nuestra literatura y Francisco Hernández acomete la mayor hazaña de la ciencia española y europea en los albores de la Edad Moderna, Juan de Lucena, oriundo de Toledo y residente por unos años en esta villa de Montalbán, coloca a La Puebla en el epicentro de los inicios de la imprenta en España. Sirva tan solo un dato: si el primer incunable impreso en el predio hispánico data de 1472 (Sinodal de Aguilafuente), nuestro Juan de Lucena da noticias de su periplo pueblano tan solo un año después.

¿Pero por qué establecer un taller de imprenta precisamente en La Puebla de Montalbán? Para contestar a esta pregunta debemos atender al origen de nuestro personaje y al riesgo que entrañaba el revolucionario invento de Johannes Gutenberg. Juan de Lucena, hijo del doctor Francisco de San Martín y de Leonor Martínez, inscritos en la parroquia de San Miguel de Toledo, es un judío converso. Un judío que, no solo posee una imprenta, invento que amenazaba con dinamitar el control eclesiástico del saber y la cultura, sino que además trabajaba con «moldes hebraicos», es decir, que imprimía libros en lengua judía. Si en 1467 ha de salir de Toledo tras el pogromo de ese año que se salda con la quema de un millar de viviendas en la judería y la muerte de más de ciento treinta personas, en 1473 le vemos regresar de Sevilla por una nueva persecución contra conversos y marranos (conversos judaizantes). Es momento de un lugar tranquilo, alejado de las torvas miradas de los enemigos de la ley mosaica. Los treinta kilómetros que distan Toledo de La Puebla y el clima de tolerancia y sano aislamiento de los dominios del señor de Montalbán la convierten en un lugar ideal para establecer sus prensas y su vida.

Las escasas noticias de este preeminente hijo adoptivo de La Puebla nos llegan a través del proceso inquisitorial por prácticas judaizantes que tuvo que sufrir su hija Teresa. De sus libros impresos apenas quedan unas hojas, pero su estela y su fecunda sombra llegan hasta nosotros. Y así nos lo imaginamos con dos de sus seis hijas, Teresa y Catalina, primeras impresoras de las que se tenga noticia, ayudando a su padre a dar vida al Talmud, a Maimónides, y, quien sabe, si a algún pasaje romanzado de la Biblia, esto es, en castellano, práctica, como sabemos, prohibidísima. Sin embargo, poco duraría la fiesta: en 1481, Juan de Lucena huiría con destino a Roma, acosado por la recién establecida Inquisición. Resulta al menos paradójico que nuestro impresor coincidiese en la ciudad eterna con el patrocinador de la primera imprenta en España, el obispo de Segovia, Juan Arias Dávila, también exiliado.

En la dramaturgia que ahora os presentamos hemos querido recoger todas estas dramáticas circunstancias: el hombre en constante conflicto con el poder y la cultura imperantes, el «ser judío» como éxodo incesante hacia ninguna parte, la flamígera y esperanzadora fuerza del conocimiento que amenaza finalmente con hacer arder todos los poderes establecidos. Una imaginativa, pero posible hipótesis sobre el origen de La Celestina (muy en línea con las teorías de Stephen Gilman) y un conflicto de honor dinamizan todo nuestro entramado dramático.

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ELENCO

Nel Maquirriain

Sergio Rodrigo

Laura Rodríguez Velasco

Aitana Corona Palma

David Pinel

Autor: Alberto Gálvez

Adaptación: Antonio San Miguel

Dirección: Antonio San Miguel y Sergio Rodrigo

Diseño escenográfico: Antonio San Miguel y Sergio Rodrigo